Aapresid lo hizo de nuevo. Por segundo año consecutivo, su congreso anual volvió a ser sede del Congreso Nacional Agtech, que en esta segunda edición tuvo a referentes regionales de distintos sectores debatiendo y compartiendo experiencias sobre el desarrollo de plataformas que fomenten el encuentro y la interacción de inversores, productores, investigadores y desarrolladores.
Bajo el título “Ecosistemas tecnológicos de América Latina y el Caribe”, el panel que abrió el Congreso acercó una mirada global sobre la vinculación tecnológica con el sector agroindustrial frente al desafío de satisfacer las crecientes demandas alimenticias.
Eugenia Saini, secretaria técnica de Fontagro, con sede en Washington (USA) para América Latina, abrió con una definición: “Todo lo que dio la industria con sus paquetes tecnológicos no es suficiente ante las nuevas demandas. Trabajar en ecosistemas es complejo, pero tenemos que dar el salto y comenzar a establecer vínculos con otros sectores”, dijo.
Luego, se refirió al rol del Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria, que se conforma con aportes de capitales y que actualmente permite que 144 plataformas público-privadas de innovación se encuentren activas en 29 países, entre ellos Argentina. “Nuestro objetivo es lograr que los países miembros se relacionen entre sí”, dijo, y a modo de ejemplo mencionó el caso de una plataforma para el desarrollo de un cultivo regional como el Cacao que contó con un beneficio de 6 dólares por cada uno que se invirtió.
También mencionó casos como el desarrollo de una vacuna para la leucosis, para el mejoramiento de maíz y un banco de semillas donde ese modelo obtuvo resultados exitosos. En conjunto, el retorno económico en Fontagro en 7 proyectos se traduce en una inversión de 8 millones de dólares con un beneficio de 83 millones.
”Poner a trabajar a la gente junta siempre mejora el conocimiento”, afirmó. A modo de conclusión recordó que “la competitividad depende de la innovación” y que la agricultura es un sector clave para desarrollarla por su protagonismo en las economías de América Latina y el Caribe.
“La inversión en I+D+I debe ser parte de la agenda nacional, regional, internacional y en programas de promoción público-privadas”, concluyó.
Por su parte, Quentin Round, aportó su experiencia en Saint Louis, (USA), donde asistió al notorio cambio que significó la creación de un ecosistema tecnológico para dar respuestas a las necesidades de empresas de esa ciudad al vincularse con productores de la zona. Busweiser, Monsanto o Nestlé son algunas de las firmas que forman parte de ese entorno.
“Nosotros necesitamos inversores y los tenemos. Saint Louis está rodeada de productores que ahora están tratando de innovar, y nosotros queremos descubrir sus necesidades y ver cuál es la clave de las operaciones de empresas para ayudar a que se encuentren. Contamos con un fondo para desarrollar nuevas empresas”, dijo.
Asimismo, explicó que es un gran aporte la provisión de recursos provenientes de universidades, comunidades científicas y técnicos de la zona que ellos aportan para mejorar el desarrollo de estas empresas. “Así nos convertimos también en proveedores de personal”, dijo.
Francisco Salvatelli (de MSU Brasil) dijo que el país hermano fue pionero en iniciativas destinadas a fomentar la investigación y el desarrollo en el agro con la creación en 1975 del Embrapa, que estuvo orientada a investigar los suelos y mejorar los sistemas de producción. Según dijo, esa experiencia propició la abundancia de emprendedores vinculados al mundo del agro.
“Brasil fue pionera en la asociación público-privado”, resumió. Y advirtió que, aunque están más aceitados los mecanismos para localizar las demandas de los productores para conectarlos con empresas de base tecnológica, falta que los productores tengan un rol más protagónico en esa conexión.
“Falta cierta educación, que el productor se involucre y acompañe estos procesos. Se está trabajando para que esto cambie. Hay que generar polos regionales para desarrollar estos ecosistemas”, dijo.
Hacia la cuarta revolución industrial
En la charla “Bioeconomía, AgTech y trazabilidad: pilares del mundo que se viene”, el panel estuvo integrado por Carlos Becco (Índigo), Julián Baldunciel (Aapresid) y Martín Hagelstrom (IBM), la moderadora fue Laura Loizeau.
El referente de Índigo, Carlos Becco aseguró que “la agricultura tal como la conocimos y como nos trajo hasta aquí, que es tan clave para el país y para los productores de Aapresid, no puede seguir de esta manera porque no es sustentable”. En su análisis asegura que de esta manera la agricultura no es rentable para los productores, cada vez hay más dificultades para producir, no es sustentable, el planeta no lo aguanta. Y por último, los consumidores se quejan, no son felices.
Desde Índigo se promueve la bioeconomía o lo que llaman algunos la “nueva agricultura”. Sobre esto, Becco dijo: “Tenemos que pensar una agricultura al revés de lo que tenemos hoy. Para solucionar este cambio de paradigma, Índigo propone productos biológicos porque hay un enorme potencial desde el punto de vista biológico, esta es una posibilidad para producir más y mejor, más sano y con menor impacto en el medio ambiente”.
Entre otras de las cuestiones planteadas de por qué no funciona más la agricultura como lo hizo hasta hoy, Becco determinó: “Es necesaria la digitalización, conectar a los compradores con los vendedores, para empezar a producir lo que el consumidor quiere, que haya un mercado libre. Tenemos que pensar en la sustentabilidad del planeta. El problema es la terratonelada de carbono que salió del suelo y está en la atmósfera, ese es un dilema y sólo las plantas pueden volverlo al suelo. La solución serían más incentivos para los productores, para que puedan fijar ese carbono y utilizar técnicas para ello”.
Por su parte, Martín Hagelstrom hizo referencia al Blockchain, un servicio de la empresa para la que trabaja IBM. Según explicó esta plataforma puede hacer por los negocios lo que Internet hizo por la comunicación.
Lo que se busca con esta nueva tecnología es cambiar los modelos de confianza. Las empresas trabajan con varios eslabones de una cadena, lo que hace Blockchain es agrupar la información de todos para todos en un sólo lugar. Las transacciones exitosas deben ser rápidas, precisas y fácilmente acordadas por las partes que participan en la transacción.
Esta tecnología surgió por un trabajo de una empresa que requería trazabilidad de alimentos, donde al hacerlo de una manera tradicional, resolvió eso en una semana. Al hacerlo más tarde con esta herramienta, sólo llevó un par de segundos. En síntesis, servirá para reducir tiempos a la hora de la trazabilidad pero también para disminuir o amortiguar las consecuencias económicas que una empresa podría tener.
Hagelstrom, en el XVII Congreso de Aapresid, que tiene por lema «30:10000 Conciencia Suelo», contó que son muchas las empresas alrededor del mundo que hoy utilizan Blockchain, como las empresas navieras también, para quienes incluso se creó un módulo, tradeens platform, que sirve para conseguir y emitir certificados.
Además, apuntó que en América Latina hay productores de frutas, verduras y carne que ya están experimentando esta tecnología. “Toda cadena de trazabilidad mostrará al cliente/consumidor final lo que está consumiendo, mostrará su proceso, se trata de transparencia”, afirmó.
¿Cómo funcionan los Blockchain?
A medida que se produce cada transacción, y las partes acuerdan sus detalles, se codifica en un bloque de datos digitales y se firman o identifican de forma única. Cada bloque está conectado al anterior y posterior, creando una cadena irreversible e inalterable. Los bloques están encadenados, evitando que cualquier bloque sea alterado o que se inserte un bloque entre dos bloques existentes.
El último de los oradores fue Julián Baldunciel (Aapresid) quién planteó que es necesario plantearse hacia dónde van hoy los productores y a qué se están enfrentando. “Ser parte de la 4º revolución industrial es todo un hecho, está pasando. Si repensamos los últimos 30 años desde que nació Aapresid, podemos observar la evolución de la agricultura en el país. Y es momento de repensar los procesos de negocios”, comentó.
El productor agrario hizo un pedido explícito en su exposición: “Hay que dejar de regalar comodities y debemos convertir a nuestros campos en empresas alimenticias. Es el momento de darle valor real al trabajo para mejorar la distribución de los ingresos”.
En esta revolución industrial que menciona Baldunciel, plantea que es necesario modificar la manera en que se brindan los datos, recomienda el uso de tecnologías como el Blockchain para trabajar seguros y de forma transparente porque además “esto nos dará la posibilidad de recuperar la reputación, nos mostrará al mundo tal cual somos”.
Para finalizar, Baldunciel consideró: “Este modelo sustentable que hoy tiene Argentina debe retroalimentarse, hay que mejorar la captura de carbono. Invertir en tener más recursos humanos y más escucha a nuestros clientes. Impulsar y tener buenas prácticas, progresar en modelos mixtos, mostrar al mundo la experiencia que tenemos los productores argentinos».
Y por último, «mi sugerencia es que apoyarnos en organizaciones intermedias como Aapresid para seguir evolucionando entre todos y mejor».
Experiencias en el lote compartido
El tercer panel de la jornada del II Congreso Nacional AgTech llevó por título “El valor de las AgTech: experiencias en el lote compartidas” y comenzó con la exposición del asesor privado Diego Álvarez, quien expuso sobre el uso de la plataforma Milote de la empresa Corteva, que la está usando desde hace 2 años en unas 10 mil hectáreas en la zona de Pergamino.
Según explicó, esta plataforma para mejorar el servicio a sus clientes, la usó en una primera etapa para identificar la variabilidad entre los lotes. La plataforma arroja ciertos datos con los que hace predicciones. En febrero, por ejemplo, ya indicaba cuánto iba a rendir ese lote que se estudiaba.
En soja tuvo una diferencia de 1,9 quintales a favor del rendimiento real, errarle en un quintal y medio a semejante espacio fue una demostración de la buena calidad de la herramienta en uso.
Ante esto, Diego Álvarez señaló: “Agronómicamente quizás no había mucho para hacer en ese momento pero decirle a mi cliente en febrero cuánto le iba a rendir, qué volumen de mercadería iba a tener vino muy bien”.
Por su parte, el ingeniero agrónomo Juan Carlos Cotella (también miembro de Aapresid) aseguró que la implementación de las AgTech siempre trae beneficios a las empresas, y así ocurrió en la que él se desarrolla.
En relación a esto último dijo: “Mejoran no sólo la precisión de los insumos que uno aplica sino también de lo que se hace en relación al medio ambiente, temas importantes que hoy tienen mucho peso a la hora de la toma de decisiones para hacer uso eficiente de los recursos con los que contamos”.
Desde Adecoagro, el ingeniero agrónomo Francisco Taquini destacó: “Pensando en cómo agrega valor el uso de AgTech, pienso en que nos da mucho flujo de información, en la velocidad que transitan y en la toma de decisiones. Así mismo, es más eficiente el uso de insumos como de los procesos. Todo esto nos lleva a mejores resultados económicos y nos vuelve más sustentables”.
Ante este escenario hay nuevos desafíos. El primero es la escala y diversidad; el segundo es no perderse dentro la numerosa oferta de nuevas tecnologías, darle lugar a las que sí le den valor a al trabajo de uno. Por último, es fundamental preparar los equipos tanto los de recursos humanos como los tecnológicos (hardware o software).
En el mismo sentido, Taquini agregó: “Al implementar estas nuevas tecnologías buscamos mejores soluciones, como resolver la recolección de datos, mutamos a la digitalización que es tan valioso, eficiente, dinámico y confiable. En el caso de la cosecha, la plataforma SIMA es la que estamos implementando. Cuando empezamos a utilizarla primero probamos en una campaña y luego la aplicaron a todas”.
Por último, Tomás Oesterheld (del equipo técnico de Aapresid de Trenque Lauquen) hizo alusión a su exposición denominada “El futuro es hoy”. Allí explicó que las empresas utilizan muchos los mapas, donde se pueden ver los microambientes y los macroambientes. Con la evolución y la implementación de tecnologías esos mapas fueron mejorando notablemente mostrando cada vez más datos.
“Llevamos 20 años trabajando en agriculturas por ambientes y en las variables de esta zona para mejorar la productividad. En la actualidad surgen muchas informaciones que nos ayudan a tener mejor rendimiento con lo que vamos a tener índices y datos. Estamos dando gran un salto porque pasamos muchos años trabajando con las autopsias de años anteriores y ahora estamos haciéndolo con el paciente vivo y con imágenes en tiempo real”, arremetió Oesterheld.
Sólo para recordar los valores importantes de implementar estas nuevas herramientas, enumeró: “La predicción de rendimiento, la fertilización, dónde y cuándo cosechar y aparecen muchas posibilidades que nos brindan las AgTech. Es un momento bisagra y hay mucho por hacer”.